Bernardo Monroy
Septiembre, 2018
#BicaBlog | #DePintaConHoldenCaulfield
Imagina retroceder en el tiempo hasta la época de la Roma Imperial, o quizá hasta al periodo jurásico. ¿Imaginas cómo sería recorrer las calles de Londres en los tiempos de Dickens, o bailar swing en el Nueva York de los años veinte? ¿Qué se sentiría tomar un trago en el bar La caverna, en Liverpool, escuchando a un John Lennon que todavía no es un ícono musical? No hay necesidad de negarlo, estimado lector. Todos hemos fantaseado con vivir en nuestra época histórica favorita, y hasta con conocer a los personajes históricos que más nos gustan. Es más, quién no ha pensado en cómo sería conocer a nuestros padres de jóvenes, o a nuestros hijos de adultos —muy al estilo de Marty McFly.
Los viajes han tenido siempre un lugar privilegiado para los intereses de la humanidad. Desplazarse por el tiempo —y lograr hacerlo con la facilidad con la que nos movemos en el espacio— es indudablemente uno de los grandes sueños de la humanidad y, como tal, ha dado origen a varias de las novelas, películas y series más creativas jamás escritas. Dentro de la ciencia ficción, el leitmotiv de los viajes en el tiempo ha evolucionado hasta el punto de convertirse en un subgénero específico. Desde luego, existen historias que son apenas la gestación del género, como La máquina del tiempode H.G. Wells; hay otras, por ejemplo Volver al futuro, que han abordado el tema en tono de comedia para adolescentes, y hay también ejemplos alucinantes, como 12 monos. Incluso podemos encontrar casos en los que la ciencia ficción ha servido a fines más didácticos, como la serie El ministerio del tiempo, que tiene objetivos divulgativos más que nada. Pero también hay historias que exploran los dilemas morales y éticos del viaje en el tiempo, como 22-11-63 de Stephen King, e historias de amor, como En algún lugar del tiempo de Richard Matheson, o hasta Media noche en Parísde Woody Allen.
Tanta atención se ha prestado a este tema que el subgénero ya fue bautizado como time opera, o bien, ópera del tiempo —en contraposición a las space operas enfocadas en aventuras espaciales que se desarrollan en otros planetas o en galaxias muy, muy, lejanas. La time opera aborda principalmente los traslados del pasado al futuro, o del futuro al pasado, y las paradojas que resultan de esto 1 . Pero, ¿cómo ha evolucionado este género desde un punto de vista literario?, ¿cuándo comenzó?, ¿qué le depara?, ¿tiene todavía posibilidades? Para saberlo, debemos ponernos nuestro traje de crononautas —de cronos, ‘tiempo’, y nautos, ‘vajero’—, y abordar a la máquina del tiempo a través de la palabra.
¡Hacia el pasado!
Aunque La máquina del tiempo de H.G. Wells es una de las novelas más antiguas y reconocidas de este género —se publicó por primera vez en 1895—, en realidad hay ejemplos mucho más tempranos. En 1733, se publicó un libro titulado Memorias del siglo XX de Samuel Madden. Este es, podríamos decir, uno de los primeros ejemplos sobre viajes en el tiempo en la literatura, aunque no hay ni paradojas, ni De Loreans, ni inventos futurísticos. De hecho, la novela trata de una serie de cartas diplomáticas enviadas desde el pasado a la gente de los años noventa. El texto se asemeja un poco a las sátiras sociales de Jonathan Swift. Sin embargo, quizá por estar tan anclado a su contexto, es casi inevitable que el texto parezca un poco tedioso para nosotros, los verdaderos lectores del futuro, aunque no deja de ser un importante documento para la historia de la ciencia ficción como género literario. Un dato curioso sobre el libro de Madden: el viaje por el tiempo no lo realiza un científico ni un aventurero —que es a lo que estamos habituados—, sino un ángel guardián. Nos guste o no, la crononáutica en la literatura tiene inicios místicos y no tecnológicos.
Otra de las más viejas historias de viajes en el tiempo es, en realidad, un cuentito universalmente conocido y enormemente popular —tanto, que suele pasar desapercibido dentro del género—; además, se ha transformado en una de las narraciones navideñas por excelencia. Data de 1843 y es, nada más y nada menos, que la historia del amargado Ebenezer Scrooge y de cómo lo visitan unos espíritus que le muestran su pasado, su presente y su posible futuro. Sí, estamos hablando de Canción de Navidad, de Charles Dickens.
Pero volviendo a la ciencia ficción canónica, mucho antes que Wells, otros escritores ya contemplaban la posibilidad de que los viajes en el tiempo fueran posibles a través de algún invento o de alguna máquina. Uno de los primeros relatos que explotó esta idea fue escrito en 1883 y se titula El anacronópete, cuyo autor fue el español Enrique Gaspar y Rimbau. La historia trata de Don Sindulfo García, un inventor que construye una máquina del tiempo, llamada anacronópete, y se traslada a diferentes épocas; viaja a Pompeya en plena erupción del Vesubio, a la China del Siglo III y al siglo XXX antes de Cristo, en el tiempo de los antediluvianos. La historia sigue la estructura de una zarzuela —un género teatral de carácter satírico— por lo que el humor es desbordante —así es: ya había chistes en las narraciones de viajes en el tiempo siglos antes de Bill & Ted. Por desgracia, El anacronópete quedó en el olvido durante muchos años, hasta el futuro… es decir, hasta nuestro presente. Gracias a un arduo trabajo filológico, el libro ha sido rescatado, restaurado y reeditado por un grupo de literatos españoles. En su página oficial —http://elanacronopete.com— puedes leer el texto íntegro, comprar réplicas de la edición de 1887, con todo y las ilustraciones originales, y también consultar los estudios existentes relativos a la obra.
Ahora dejemos el siglo XIX y viajemos al futuro. Programemos el destino a la década de los ochenta en el siglo XX, una época que está muy de moda en nuestros días, y que tiene un amplio menú en cuanto a narraciones de viajes en el tiempo se refiere.
Los años de Marty McFly
Los ochenta produjeron muchas de las más memorables historias sobre crononáutica. En cine, Volver al futuro es el ejemplo perfecto, pero otra película notable es La excelente aventura de Bill y Ted, que cuenta la historia de unos adolescentes no muy brillantes que conocen a varias figuras históricas gracias a sus viajes en el tiempo, y logran así aprobar la preparatoria.
Enlo literario, los ochenta nos dejaron, por ejemplo, Las puertas de Anubis, una novela escrita por Tim Powers que cuenta la historia de Brendan Doyle, un literato especializado en el romanticismo que, tras aceptar la propuesta de una empresa muy poderosa, viaja al siglo XIX. Como podemos adivinar, el literato se queda varado en 1810. Se trata de una narración donde se mezcla de forma magistral la fantasía con la historia y la ciencia ficción.
Hubo también una colección de libros que marcó a muchos niños ochenteros, llamada, precisamente, La máquina del tiempo. Editada por Bantam Books, la colección comprendía un total de veinticinco títulos que, a su vez, pertenecían a la colección mayor de Elige tu propia aventura. El concepto de esta colección consistía en convertir al pequeño lector en el protagonista de la historia que era narrada en segunda persona. Cada volumen se encargaba de explorar alguna época específica: el periodo jurásico, la Revolución Mexicana, o el Salvaje Oeste. Más que lúdica, la intención de esta serie era también didáctica. Lo más emocionante era que el lector debía elegir entre diferentes opciones, y el libro no se leía de forma lineal sino saltándose páginas —por ejemplo, si querías hablar con Venustiano Carranza, debías pasar a tal página, si querías hablar con Obregón, a tal otra. Fue un exitazo en su momento —quizá por la popularidad de la trilogía del De Lorean volador.
Ahora viajemos al siglo XXI, para hablar de dos obras inusuales de la time opera.
Nuevo milenio, nuevas ideas
Después de 12 monos de Terry Gilliam, parecía que las historias de time opera habían llegado al límite, y que el género ya no daba para más. Por suerte, la imaginación humana es tan extensa como el tiempo mismo. En 2005, Chris Roberson publicó Here, there and everywhere —Aquí, allá y en cualquier lugar— un verdadero garbanzo de libra en el género. La novela trata de Roxanne, una chica que obtiene una pulsera del futuro con la que va y viene al pasado. Lo que hace novedosa a la historia es que no hay paradojas ni se modifica el presente —algo fundamental en la time opera—, sino que cada que va a determinada época la protagonista crea universos alternos, de modo que puede alterar lo que quiera; entre otras cosas, por ejemplo, salva a John Lennon de ser asesinado, pues es una beatlemaniaca confesa —el título del libro deja eso en claro. El gran logro de esta novela es la irreverencia con la que está escrita, la cual vuelve aún más divertido a un género que ya de por sí lo es.
Finalmente, una de las últimas time operas destacadas es All Our Wrong Todays —traducido como Todos nuestros presentes equivocados y publicado por Alfaguara— de Elan Mastai. La obra es, además, un homenaje a la ciencia ficción de los cincuenta. La historia arranca en 2016… pero en el 2016 que era imaginado a mediados del siglo pasado: con coches voladores y rampas automáticas para caminar; un mundo donde nunca existieron los punks, pues todo era perfecto y no hicieron falta. Pareciera una historia utópica hasta que un cambio en el tiempo hace que Tom Barren, el protagonista, se transporte al 2016 que nosotros conocimos —y que fue muy distinto al mundo de Los Supersónicos. Entonces, el protagonista debe buscar la forma de arreglar, o cambiar, el mundo. Cabe señalar que el curso de la historia fue cambiado por Barren debido a cuestiones amorosas.
En fin, las novelas de viajes en el tiempo son muchísimas, y ya hablaremos más de ellas en un futuro lejano, o tal vez no tan lejano. Por ahora, despidámonos con una de las más hermosas frases sobre el tema que nos ocupa, la cual pertenece no al libro, sino a la adaptación cinematográfica de La máquina del tiempo de H.G. Wells, y dice: “Todos tenemos nuestras máquinas del tiempo. Las que nos llevan al pasado se llaman recuerdos, las que nos trasladan al futuro, son los sueños”.
¡Hasta la próxima vez!
1 La Enciclopedia de la Ciencia ficción define la time opera en estos términos: http://www.sf-encyclopedia.com/entry/time_opera